Para hacer su descubrimiento, un equipo de investigadores utilizó ritmos de electroencefalografía (EEG) computarizados en 13 voluntarios que durmieron durante tres noches en el MGH Sleep Lab. A lo largo de cada noche, los voluntarios estuvieron expuestos a 10 segundos de ruidos de fondo típicos, como el tráfico o el timbre de un teléfono. Los sonidos se repitieron a niveles cada vez más altos hasta que el EEG mostró que el sueño había sido interrumpido.
Luego, los investigadores analizaron las mediciones de EEG y descubrieron que la intensidad de la señal alfa predecía qué tan fácilmente podrían molestarse los voluntarios en el momento de la medición fue tomado, con una señal alfa más fuerte vinculada a un sueño más frágil.
Los investigadores concluyeron que el ritmo alfa no es solo un marcador de la transición entre el sueño y la vigilia, sino que también contiene información valiosa sobre la estabilidad del sueño. Podría ser que el sueño, en lugar de suceder por etapas, en realidad se mueve a lo largo de un continuo de profundidad. Este hallazgo allana el camino hacia los tratamientos del sueño en los que los medicamentos u otras terapias se administran momento a momento, solo cuando es necesario. Esto podría proteger el sueño cuando el cerebro es más vulnerable, pero deje que los ritmos cerebrales naturales continúen en su curso.
En el futuro, los investigadores esperan comprender los factores que mantienen un sueño profundo frente al ruido y otras molestias.
Mientras tanto, si eres uno de esos durmientes que se despierta con el menor ruido porque potencialmente tienes un ritmo alfa hiperactivo en tu cerebro, prueba los tapones para los oídos. No será tan fácil interrumpir el sueño si no puede escuchar nada que active esos ritmos alfa.