Quizás aceptas que la felicidad es una elección. Después de todo, un estado de felicidad es solo un reflejo de tu estado de ánimo. Si eliges ser feliz, sin duda te sentirás feliz.
Si crees que la felicidad está a tu alcance, probablemente lo sea. Lo maravilloso de cultivar la felicidad es que realmente puede estar bajo su control. Por ejemplo, puede elegir cómo responder a un día agitado. Quizás estás apresurándote y sintiéndote más y más agotado. Ahora puedes elegir parar en algún punto. Durante 10 minutos, puede elegir descansar, meditar o dejar espacio para que algo positivo entre en su mente. Un momento de felicidad elegido en medio de un día muy ocupado, tal vez frustrante.
Sin embargo, la elección de la felicidad cuando se trata de una enfermedad no se logra tan fácilmente. Cuando nuestros cuerpos están cansados, lastimados y enfermos, podemos perder de vista cualquier pensamiento feliz. El mundo podría verse un poco sombrío. Pero si lo miras, si te tomas el tiempo para encontrar algo de felicidad, sin dudas encontrarás lo que estás buscando. Tal vez sea el amor de un amigo o pareja lo que lo haga sentir feliz, o caminar o mirar un jardín atesorado cuando las flores están en flor. Esta capacidad de encontrar la felicidad puede parecerle más fácil a algunos. Hay ciertas personas que parecen encontrar un lugar de felicidad con menos dificultades que otras. Puede ser más difícil, por ejemplo, encontrar la felicidad si las experiencias de la infancia han sido negativas. También puede ser más difícil, cuando olvidamos que en realidad tenemos el poder de crear felicidad en nuestras vidas.
Por supuesto, hay otra teoría sobre por qué algunos parecen ser más capaces de ser felices en cualquier circunstancia que otros. Tal vez la felicidad es genética.
Los investigadores británicos están sugiriendo que la combinación genética correcta puede ser la clave para una vida de felicidad. Los investigadores estudiaron 973 gemelos. Se recopilaron tipos de personalidad e información sobre los niveles de felicidad de los participantes. Lo que descubrieron fue que aquellos que estaban genéticamente predispuestos a ser extrovertidos, emocionalmente estables y concienzudos eran más propensos a
ser felices.
Los investigadores lo explicaron de esta manera. Cuando tiendes a ser sociable, calmado y confiable, tienes lo que se llama una “reserva afectiva”. Eso significa que tienes tus propios recursos internos disponibles que pueden ayudarte continuamente a alcanzar un estado de felicidad.
Por supuesto, incluso si no crees que tu personalidad sea particularmente tranquila, extrovertida o confiable, eso no significa que no puedas ser feliz. Todo lo que necesitas es un poco de práctica. Recuerde ser social. Eso no significa que necesites 25 amigos. Dos o tres buenos pueden ser suficientes. Y manténgase activo.
Trabaje hacia las cosas que realmente le interesan. Y no se olvide de darse crédito por todas las cosas que están funcionando en su vida y sentirse bien con ellas.
Recuerde que, a pesar de la investigación sobre genética y felicidad, relaciones, salud física y carrera puede tener un gran impacto en su capacidad de sentirse feliz.