Las bacterias infecciosas son realmente sorprendentes. Estos microorganismos son capaces de replicarse y evolucionar a una velocidad asombrosa. Esta capacidad de mutar frecuentemente significa que las bacterias infecciosas son difíciles de detener. Trate de eliminarlas con un tipo de antibiótico y reaparecerán en una forma diferente, completamente resistente al antibiótico que acaba de pasar años desarrollando en el laboratorio.
Esta capacidad de los microbios (bacterias patógenas) para superar la maniobra sistema inmune ha dado lugar a una serie de pandemias en el transcurso de la historia humana. No quedan sobrevivientes para contar sobre la pandemia de influenza de 1918, pero los registros muestran que casi 40 millones de personas murieron en todo el mundo. El SARS es la bacteria patógena más reciente que amenaza nuestra salud colectiva, pero los científicos han podido detener la propagación de la gripe y causar una mortalidad generalizada.
No todas las bacterias causan pandemias, por supuesto. La mayoría causa infecciones localizadas en cuerpos individuales. Cuando tiene una infección, el curso normal del tratamiento es recetar un antibiótico. Esto suele ser el truco y te ayuda a encaminarte hacia la recuperación. Sin embargo, con una frecuencia cada vez mayor, muchas personas descubren que sus infecciones no se curan con medicamentos antibióticos estándar. La infección se propaga y se convierte en una amenaza aún mayor.
Sin embargo, los científicos están trabajando arduamente para combatir toda esta resistencia a los antibióticos. La búsqueda del desarrollo de nuevos antibióticos ha sido en gran medida abandonada por las grandes compañías farmacéuticas que están ocupadas fabricando medicamentos en otros mercados más lucrativos, como la terapia del cáncer y la medicación para la diabetes. Para llenar este vacío, los investigadores ahora están tratando de desarrollar una combinación de medicamentos que puedan vencer la resistencia a los antibióticos. Un ejemplo es emparejar betalactámicos con beta-lactamasa.
Los antibióticos betalactámicos son uno de los fármacos prescritos más comúnmente y se distinguen por su estructura química; principalmente, el anillo de beta-lactama. Una beta-lactama familiar es la penicilina. Las bacterias patógenas usan beta-lactamasa para defenderse contra los antibióticos beta-lactámicos. La beta-lactamasa hidroliza el anillo de beta-lactama, lo que provoca la destrucción de la actividad antimicrobiana asociada con los betalactámicos. Entonces, cuando se inhibe la beta-lactamasa, los antibióticos beta-lactámicos pueden hacer su trabajo de matar a las bacterias patógenas.
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Además de combinar drogas antibióticas, los científicos piensan que recurrir a productos naturales puede ser el camino a seguir. Los flavonoides y los aceites esenciales ejercen fuerzas antibacterianas en el cuerpo. Estas sustancias naturales podrían usarse en individuos resistentes a los antibióticos para ayudar a combatir las infecciones difíciles.
Y una última forma en que los científicos esperan seguir con la resistencia a los antibióticos es emplear la ayuda de nanopartículas. Parte del problema con la resistencia a los antibióticos es que obliga a los médicos a recetar altas dosis de medicamentos que pueden volverse tóxicos para un paciente. Las nanopartículas antimicrobianas (o NP) han demostrado en estudios con animales e in vivo que pueden tratar eficazmente las infecciones resistentes a los antibióticos. Los NP tienen la capacidad de administrar antibióticos en una dosis concentrada a un objetivo muy específico. También pueden hacer que el antibiótico sea más estable y pueda hacer mejor su trabajo de combatir las bacterias infecciosas.