Parece que hoy en día todo el mundo tiene un teléfono celular, incluso los niños tienen sus propios teléfonos celulares. Esta es la era de la comunicación. Todo es mucho más fácil y entretenido ahora que podemos hablar con amigos y familiares, estar conectados con el trabajo, enviar mensajes de texto, navegar por Internet, escuchar música, tomar fotos o jugar juegos en cualquier momento, todo en un dispositivo que es más pequeño que tu mano.
Sin embargo, todos hemos escuchado sobre el tema polémico de si el uso regular del teléfono celular podría causar tumores cerebrales o no. El debate se ha prolongado durante años, con estudios que parecen demostrar las afirmaciones de ambas partes. Sin embargo, un estudio reciente arroja nueva luz sobre los efectos de las emisiones de los teléfonos celulares en el cerebro, y parece que no tiene nada que ver con las preocupaciones del tumor.
Un teléfono celular es básicamente una radio bidireccional. Cuando habla por un teléfono celular, convierte su discurso en ondas de radio y las envía a un receptor. El receptor transmite su llamada a través de una red telefónica a la persona a la que llama. Al recibir una llamada, su teléfono convierte las ondas de radio que recibe en la voz de la persona con la que está hablando.
Son estas ondas de radio, también conocidas como “campos electromagnéticos” (CEM), que fueron el tema del estudio antes mencionado. Los investigadores en Italia decidieron monitorear los efectos físicos de los CEM de los teléfonos celulares en los cerebros de las personas. Esto no quiere decir que estén viendo síntomas o efectos a largo plazo, sino que querían ver si la actividad del cerebro cambiaba cuando se exponían a estas ondas de radio.
El estudio incluyó a 15 hombres entre las edades de 20 y 36. Los participantes asistieron a dos sesiones de 45 minutos de estimulación magnética transcraneal (que emplea potentes campos magnéticos que cambian rápidamente en el cerebro para descubrir cómo funciona) utilizando los campos electromagnéticos de los teléfonos celulares o una señal falsa en un período de dos semanas.
Cada sujeto tuvo una sesión donde estuvieron expuestos a campos electromagnéticos, y cada uno tuvo una sesión en la que la señal EMF se apagó realmente (pero ni ellos ni los investigadores presentes lo sabían). Antes y después de las sesiones, los investigadores registraron la temperatura y la actividad cerebral.
Si bien no encontraron cambios en la temperatura, los investigadores encontraron que hubo un cambio significativo en la “excitabilidad cortical” en el área con mayor exposición física a los campos electromagnéticos (justo donde su teléfono celular se apoyaría contra su cabeza). Los efectos duraron aproximadamente una hora después de la sesión. Esto significa que ciertas células cerebrales se volvieron más activas después de la exposición a campos electromagnéticos.
Si bien este es un hallazgo muy interesante, ya que muestra que un teléfono celular sí afecta el cerebro, no nos dice qué significa la actividad para la salud de una persona. Los investigadores italianos teorizan que los CEM de los teléfonos celulares podrían ser beneficiosos para ciertas personas, como aquellas personas que sufren de migrañas, demencia o apoplejía. Sin embargo, también creen que las ondas de radio podrían ser muy dañinas para los epilépticos o los pacientes con enfermedades cerebrales.
Se necesitan estudios más grandes y a largo plazo para mostrar exactamente con lo que estamos lidiando cuando se trata de teléfonos celulares y nuestro cerebro. Queda por ver si el teléfono celular es un peligro para su salud o una fuente de posible tratamiento, o ambas cosas.
Sin embargo, todos parecen estar de acuerdo en que los niños no deberían usar estos dispositivos con regularidad, ya que cualquier efecto físico se magnificará en sus cuerpos y mentes en desarrollo.