El estudio utilizó máquinas para monitorear las ondas cerebrales de las personas mientras dormían. (Este mismo procedimiento es común en las clínicas del sueño). El sueño profundo, también llamado sueño de “onda lenta”, es lo que anhela su cuerpo y lo que necesita para resolver sus diversas funciones para la acción del día siguiente. Durante tres noches, los investigadores no les pidieron que cayeran en un sueño profundo. Cada vez que los voluntarios estaban a punto de hacerlo, la máquina emitía un sonido lo suficientemente fuerte como para sacudirlos del sueño profundo, pero no despertarlos realmente. Cuando concluyeron las tres noches interrumpidas, los investigadores inyectaron a cada persona con una solución de azúcar. Controlaron cómo reaccionaría el cuerpo a él y a la insulina, que es necesaria para mover el azúcar de la sangre a las células con fines energéticos. Los resultados: a pesar de que la persona estaba sana, eran menos sensibles a la insulina. Eso significaba que necesitaban más insulina para lidiar con el azúcar en la sangre.
La sensibilidad a la insulina es un factor de riesgo enorme para la diabetes tipo 2. ¿Ves a dónde va esto? Los investigadores sugieren que dormir profundamente mantiene el control normal del azúcar en la sangre. Por lo tanto, descansar bien durante la noche podría ayudar a prevenir la diabetes tipo 2. Muchas personas, especialmente los adultos mayores, sufren de un sueño deficiente que podría predisponerlos a la enfermedad.
Por lo tanto, las estrategias para mejorar cuánto duerme y la calidad de ese sueño podrían ser estrategias para frustrar la diabetes. Hay varias opciones en el campo de la medicina natural. Una es la raíz de valeriana, una hierba que puedes tomar en forma de píldora o como té. Tiene buena evidencia detrás de esto. Otro es el suplemento de melatonina, especialmente bueno para trabajadores por turnos y viajeros. Aunque la evidencia de apoyo aún no es sólida, la acupresión y la acupuntura se usan mucho para ayudar a las personas a superar el insomnio. Otras opciones incluyen biorretroalimentación, aromaterapia, medicina ayurvédica y homeopatía.