No es novedoso que las personas tiendan a ganar peso en vacaciones, pero algunos hallazgos de la Universidad de Georgia están conectando el fenómeno con lo que se conoce como “obesidad progresiva”: la idea de pequeños aumentos de peso a lo largo del tiempo que llevan al sobrepeso u obesidad como resultado. Además, el estudio analizó cuánto tiempo podría mantenerse el aumento de peso y si se realizó a pesar del aumento de la actividad física.
El estudio analizó a 122 adultos que se fueron de vacaciones de una a tres semanas. Los participantes se sometieron a visitas de examen una semana antes de las vacaciones, una semana después de sus vacaciones y seis semanas después de sus vacaciones. Durante estas visitas, se midió la altura, el peso, la presión arterial y la relación entre la cintura y la cadera de los participantes. Además, el Cuestionario Internacional de Actividad Física y la Escala de Estrés Percibido se emplearon para tener una idea de los hábitos físicos y las tensiones actuales de los participantes.
Se encontró que el 61% de los participantes ganaron peso en el transcurso de sus vacaciones, con una ganancia promedio durante el período de vacaciones de 0,7 libras. Si este rango se amplió para cubrir el aumento de peso experimentado durante todo el estudio, incluidas las seis semanas posteriores a la vacación, el aumento de peso promedio se convirtió en aproximadamente una libra. Este promedio por sí solo es algo engañoso, ya que representa una franja notablemente grande de variaciones en el resultado. Aunque algunos participantes perdieron o mantuvieron su peso durante las vacaciones, aquellos que subieron de peso en algunos casos aumentaron hasta siete libras. Estas ganancias y pérdidas tampoco tenían correlación con el índice de masa corporal de los participantes.
Lo que tal vez fue aún más importante fue que el estudio encontró que el aumento de peso se produjo incluso entre los participantes que informaron un aumento de la actividad física durante sus períodos de vacaciones. Esto sugiere que el principal impulsor del aumento de peso fue la ingesta calórica superior a la media. La discusión con los participantes sobre lo que comieron o bebieron durante las vacaciones parece apoyar esto. En promedio, por ejemplo, los participantes tomaron ocho tragos por semana antes de las vacaciones, pero tuvieron el doble de ese número durante el período de vacaciones.
Los investigadores finalmente aconsejan que las personas sean más conscientes de su ingesta calórica incluso cuando están de vacaciones a corto plazo e incluso si creen que están haciendo suficiente ejercicio. A menos que alguien se pese a sí mismo inmediatamente antes de partir y al regresar, no es probable que note que gana pequeñas cantidades de peso. Esto puede tener consecuencias en el futuro ya que esas pequeñas libras se suman y contribuyen al creciente fenómeno de la obesidad.
El estudio tiene algunos defectos que deberán corregirse en futuras investigaciones. Existe una confianza excesiva en la autoinformación, lo que significa que la información dietética y de ejercicio puede verse sesgada por sesgos personales, memoria defectuosa o engaño directo. Ofrecer más distinciones entre vacaciones de una, dos y tres semanas también puede ayudar a identificar con mayor precisión los efectos que pueden tener sobre el peso.
En el lado positivo, los investigadores sí notaron que los vacacionistas experimentaron una presión arterial reducida y niveles de estrés que persistieron durante el período de seguimiento de seis semanas.